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Aloe del Cabo Aloe ferox Miller

Aloe ferox
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Aloe del Cabo

Aloe ferox Miller

El aloe es un género de plantas de la familia Asphodelaceae que incluye más de 500 variedades de plantas que crecen en diversos entornos de todo el mundo, especialmente en África (la más conocida se encuentra en las provincias de El Cabo, en Sudáfrica) y América.

Se trata de plantas suculentas, y la mayoría de ellas forman una roseta de hojas grandes, horripilantes y carnívoras que surgen de un tallo generalmente corto, pero ciertas especies pueden ser más largas e incluso ramificadas. Las hojas suelen ser lanceoladas, con un borde elegante, y rematadas con un ápice afilado. El tono de las hojas varía de un verde apagado a un verde brillante, y algunos áloes tienen rayos de otro color o están moteados. Las flores de Tubulare crecen de un tallo simple o ramificado sin hojas y se disponen en inflorescencias con una variedad de colores que van del amarillo al rojo. Se reproducen por polinización, aunque también pueden multiplicarse por semillas o plantando sus retoños.

Aloe del Cabo en la antigüedad


Las antiguas civilizaciones de China, India, Egipto, Asiria, Grecia y Roma ya conocían y utilizaban el aloe con diversos fines medicinales y cosméticos. El áloe se menciona en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y hay un registro en el Evangelio de su uso en los rituales de embalsamamiento de Jesús: «Vino también Nicodemo, que había visitado a Jesús de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, como cien libras. Entonces tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en telas de lino con especias, como era costumbre entre los judíos para enterrarlo» (Juan 19:39-40).
El aloe era un producto común para los árabes y su uso se ha registrado a lo largo de la historia. Por su interés, Paracelso lo incluyó en la primera edición de su libro Botánica Oculta (1529).1 Desde entonces y hasta hoy, el aloe ha sido ampliamente utilizado tanto en la medicina tradicional como con fines terapéuticos, como parte de las formulaciones de diversos medicamentos y productos para el cuidado de la piel e incluso, por su agradable fragancia, en perfumería. En la medicina casera, el aloe vera se solía ingerir envolviendo una pequeña cantidad en pan rallado para enmascarar su sabor amargo.

Aloe del Cabo hoy en día


En la actualidad, las dos especies de aloe más comunes son el Aloe ferox Miller, que se cultiva en varias partes de África, y el Aloe barbadensis Miller (sinónimo de A.vera L), que procede de Barbados y se cultiva principalmente en América.
De ambas especies se obtienen dos tipos de productos diferentes: el zumo de aloe o acíbar y el gel de aloe, que se utiliza principalmente como producto protector y antiinflamatorio para la piel y las mucosas.

Jugo de aloe del Cabo (Aloe ferox Miller)


Se cree que el nombre Aloe deriva del árabe alloeh, que significa sustancia amarga, mientras que ferox hace referencia a la agresividad de sus bordes espinosos. Aunque se le conoce como áloe del Cabo, su área de distribución es muy amplia y se extiende más de 1.000 kilómetros al sur del Cabo Occidental.
El zumo o látex, llamado acíbar, se obtiene al cortar las hojas y procede de la zona del periciclo de las mismas. Cuando se seca, el jugo produce una masa amorfa, translúcida u opaca, de color marrón amarillento o verdoso. Los principales componentes son los derivados hidroxiantracénicos, los 10-C-heterosidos aloinosidos A y B (15-30 %) y la 5-hidroxialcaloína A y los 10-C-11-O-heterosidos aloinosidos A y B. También contiene cromonas y flavonoides. No hay que confundir el zumo (jugo o látex) con el gel, que corresponde únicamente a la fracción mucilaginosa del parénquima o pulpa de las hojas frescas y cuyo uso principal es tópico. El jugo de aloe tiene un efecto laxante, cuya intensidad depende de la dosis. El efecto se debe a que la flora intestinal del colon tras la ingesta oral convierte los derivados del hidroxiantraceno en aloe-emodinantrona, que actúa específicamente sobre las terminaciones nerviosas de la mucosa intestinal, alterando la motilidad del colon al estimular el peristaltismo y estimulando simultáneamente la secreción de moco y líquido en la luz intestinal, al tiempo que inhibe la reabsorción de agua y electrolitos en el colon, humedeciendo y fluidificando las heces.
Por otro lado, el jugo de aloe, obtenido a partir de la cutícula externa, la capa mucosa y el parénquima interno, contiene (además de cierta cantidad de antraquinonas) monosacáridos y polisacáridos, entre los que destacan la glucosa y la manosa, como monosacáridos, y el acemanano y la celulosa, como polisacáridos. Estas fibras solubles, al combinarse con el agua, forman soluciones viscosas que tienen un efecto lubricante y protector en el intestino.
Debido a estos efectos, el jugo de aloe ayuda a regular el tránsito intestinal en casos de estreñimiento y también en situaciones en las que se necesita un vaciado fácil con heces blandas (por ejemplo, en casos de fisuras anales, hemorroides, después de intervenciones quirúrgicas en la zona ano-rectal, etc.).
La monografía de la EMA (Agencia Europea del Medicamento) recomienda como dosis, para personas mayores de 12 años, cantidades equivalentes a 10-30 mg de derivado de hidroxiantraceno, calculado como aloína, una vez al día por la noche. Sin embargo, también se indica que la dosis debe ajustarse individualmente y que la dosis más adecuada será la menor que produzca un movimiento intestinal cómodo.
En personas sensibles, pueden producirse efectos indeseables como espasmos y dolor abdominal, que pueden aliviarse combinando el aloe con plantas con propiedades antiespasmódicas como la manzanilla u otras plantas carminativas.

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